11 oct 2011

Currículum y programación

Sé que a la mayoría de mamás homeschoolers que frecuentamos la blogosfera nos gusta saber cómo se organizan los demás para sacar nuestras propias ideas.

Yo voy a intentar explicar hoy un poco cómo es nuestra organización del aprendizaje en familia.

Empezaré con algo de "historia" de nuestro estilo educativo.

Cuando mi hijo era un bebé hice el CAP (Curso de Adaptación Pedagógica) para ser profesora de secundaria. La verdad es que enseñar siempre se me había dado bien y me gustaba, así que, en esos momentos de crisis en que mi vieja profesión ya no me gustaba, creía que por ahí podría ir mi futuro laboral.

El curso fue fantástico, los profesores realmente increíbles, me abrieron la mente a un mundo nuevo, a una educación muy diferente.

Después llegaron las lecturas de los libros sobre educación libre, y por último mi experiencia en un instituto de secundaria.

Todo ello me convenció de que el sistema educativo está desfasado, no funciona, todos los profesores lo saben, pero casi ninguna persona implicada en el sistema educativo hace nada para cambiarlo. La mayoría porque no tienen vocación, para ellos es solamente un trabajo bien pagado con muchas vacaciones. Pero los que sí tienen vocación y querrían cambiar las cosas lo tienen imposible, hay demasiado en su contra...

Decidí que ese no era mi camino. ¿Cambiar las cosas? Sí, por supuesto. Pero no de ese modo. ¿Volver a nadar contracorriente, volver a intentar luchar en solitario ganándome enemigos, sintiéndome aplastada por la rueda del sistema...? no gracias!!!

Sin embargo, poco después comenzó a aparecer en mi vida una nueva vocación, surgió como una necesidad imperiosa de trabajar en mí misma y acompañar a otros en su camino hacia su interior. Así que deseché el camino de la enseñanza. También abandoné mis investigaciones y descubrimientos en este campo. En esos años tenía cosas más urgentes e importantes de las que ocuparme. Primero debía crecer yo, educarme a mí misma en el difícil arte de vivir...

Pasó el tiempo, mi hijo creció. No con pocas dificultades se fue convirtiendo en un niñito que no estaba preparado ni remotamente para ir a la escuela normal. Además la escuela normal no nos gustaba nada. Seguimos en casa... ya veremos qué pasa al año que viene...

Durante los dos años siguientes nos implicamos en la creación de un espacio de educación libre con la intención de que mi hijo se educara en él. Más por mi cabezonería que por otra cosa. El niño ni pedía, ni quería, ni estaba tampoco preparado para ir a ningún tipo de colegio (libre o no). Su padre consideraba que era una pérdida de tiempo, veía casi imposible conseguir sacar adelante un proyecto de semejante envergadura.

De repente, cuando D. tenía 5 años, nos dimos cuenta de que el proyecto no iba a salir adelante, y que debíamos tomar un camino alternativo. Llegamos a la educación en familia (aunque siempre habíamos estado en ella pero sin ser conscientes de ello) cuando el niño tenía más de 5 años y medio, con un poco de inseguridad.

En ese momento empecé a informarme de educar en casa y ¡¡me entró un agobio!! ¡¡AGGGGG cuántos años habíamos perdido!! Los niños educados en casa sabían tantísimas cosas, hacían tantísimas actividades...

Hasta ese momento habíamos seguido practicamente al pie de la letra el unschooling radical, no habíamos hecho nada "por aprender", claro que había habido muchos aprendizajes, pero todos se hacían en el momento en que la ocasión y el interés por su parte aparecía, siguiendo simplemente lo que el niño pedía conocer, sin motivarle ni animarle a nada.

Hasta el momento estábamos contentísimos y sorprendidísimos por observar cómo es cierto lo que dicen los defensores de la educación libre... los niños aprenden sin necesidad de motivaciones externas, realmente disfrutan de aprender, quieren aprender... qué maravilla.

Pero en esos momentos de situarnos como familia que iba a educar en casa, me di cuenta de que mi hijo sabía mucho de algunas cosas (dinosaurios por ejemplo) pero poquísimo de otras. Además también tomé conciencia de la importancia de que el niño cubriera unos mínimos, lo que nos podría evitar males mayores (legales).

No fue solamente un tema de comparación con otros y de miedo a la evaluación ajena, era algo más profundo, algo que me decía que había algún fallo en nuestro sistema educativo, aunque en esos momentos no acertaba a adivinar qué era.

Surgieron en mí muchas dudas e inquietudes. Algo me decía que no debíamos seguir sin ninguna programación ni objetivos ni nada por el estilo. Qué no podíamos levantarnos cada día y ver qué surgía para hacer, y eso todos todos los días, sin ninguna diferencia.

Así que pensé qué hacer. Elegimos un tema que le gustaba mucho (los dinosaurios) y comenzamos a hacer un lapbook. A él le gustó mucho, pero se cansó y no lo acabamos, yo tampoco lo animé mucho, sentía que no era nuestro momento.

Entre los 5,5 y los 6 años, durante esos meses antes del verano (en el verano no hemos hecho nada de nada) me debatí constantemente entre el programar o no programar, viviendo en la duda y cambiando de opinión a cada momento, fuimos haciendo las siguientes actividades iniciadas por mí con el único afán de "enseñarle algo" (seguramente hubo más pero no las recuerdo):

*Terminamos de aprender todas las letras mayúsculas (él había querido aprender algunas anteriormente), también aprendimos el orden del abecedario, comenzamos a aprender algunas minúsculas (pocas, no le interesan) y comenzamos a aprender a unir algunas pocas letras en sílabas (no está muy consolidado todavía)

*Hicimos algunos experimentos que le encantaron.

*Tratamos de comenzar un poco la escritura, que le cuesta muchísimo y no le gusta absolutamente nada.

*Intenté enseñarle alguna palabra en inglés, cosa que fue totalmente estéril.

*Leímos libros de historia, insectos, arácnidos, ballenas, serpientes, felinos, fenómenos atmosféricos, geología y dinosaurios. Todos le encantaron y los disfrutó un montón, porque son temas que le interesan mucho.

*Intenté leerle libros de otro tipo de animales (primates por ejemplo), teatro, rimas y poesías, biografías para niños, arte, música y geografía y nada de eso le interesó lo más mínimo.

Este año, nuestro segundo año de hacer educación en familia, contamos con la experiencia del año pasado aprendiendo de nuestro hijo, con todo lo que he aprendido buceando por la red y leyendo otros blogs, y con más seguridad interna.

Además ahora parto con la ventaja de que ya sé qué le fallaba a nuestro sistema unschooling. En primer lugar está el hecho de que ahora tenemos una bebé en casa que nos impide que siempre podamos dejar lo que estamos haciendo para centrarnos en las cosas que a D. le interesan y lo que le apetece saber en ese momento, los momentos de atención exclusiva y plena hacia él han disminuido considerablemente, y esos momentos hay que aprovecharlos lo mejor que podamos. También he tenido en cuenta que D. va creciendo y él mismo nos hace saber que necesita que le vayamos ampliando sus horizontes. Es imposible que sepa si le interesa un tema o no si nosotros no se lo mostramos, para lo cual tenemos que hacer una programación y un esfuerzo de planificación de los temas a mostrarle.

Así que durante este último mes he estado planeando el curso escolar, teniendo en cuenta todos los factores, también he valorado que ya nos encontramos en edad de educación obligatoria, pero sobre todo es forzoso tener siempre presente que él tiene su peculiar estilo de aprendizaje y que su única motivación para aprender es su propio interés, no vale de nada intentar que aprenda lo que no tiene ganas.

Con todo esto actualmente tengo una planificación consistente en una serie de temas que querría proponerle a mi hijo durante este año.

No tengo objetivos rígidos que él deba alcanzar. Trato de no tenerlos. Claro que me gustaría que hubiera aprendido a leer al final del año, con siete años. Pero sé que debo trabajar mis expectativas y mi frustración, y que no debo empeñarme en mis objetivos (basados más en lo que "yo necesito" para afianzarme, que en lo que él necesita realmente)

Lo que sí tengo es objetivos para mí, que yo debería intentar cumplir, y que consiste en planear actividades para todas las áreas que considero importantes con cierta perioricidad, algunas al menos una vez diaria, unas cuantas al menos una vez semanal, otras al menos una vez mensual, y algunas más al menos una vez trimestral.

Una vez al día (sin ninguna rigidez, por supuesto, entendiendo que muchos días pasaremos), tengo que intentar una actividad muy breve (minutos) que implique usar:

Lectura o aprendizaje de letras.
Operaciones sencillas mentales o resolución de problemas orales.

Al menos una vez semanal tengo que proponerle actividades cortas de 30 minutos o menos sobre:

Matemáticas o lógica.
Escritura o lengua.
Un experimento (actividad de duración indefinida).
Una manualidad (actividad de duración indefinida).
Inglés.
Cocina (actividad de duración indefinida).

Las mensuales serían:

Historia
Geografía
Biología
Música.

Las trimestrales serían:

Un proyecto corto de ciencias.
Arte.
Otros idiomas.

Esta programación hay que entenderla bajo las siguientes premisas:

- Son actividades que yo intentaré preparar para proponerle, lo cual no significa que haya que hacerlas forzosamente. Seguiremos los principios del aprendizaje libre (no hay objetivos que alcanzar ni actividades que realizar de forma obligatoria).

- Además de estas actividades se pueden (y seguro que así será) producir muchísimos otros momentos de aprendizaje que surjan iniciados por su interés y porque aparezca el momento oportuno. Tal y como hemos ido aprendiendo hasta el momento actual, sin ningún tipo de programación.

1 comentario:

♥ meninheira ♥ dijo...

eVa, para inglés prueba los DVDs de Muzzy, les suelen gustar mucho y así a lo tonto aprenden ;)

En cuanto a la escritura, nosotros empezamos por las mayúsculas, no fué hasta que ya controlamos las mayúsculas, hasta que realmente aprendimos a leer y escribir, que saltamos a las minúsculas.

Besiñosssss